Una de mis principales preocupaciones como maquilladora es que mis chicas se sientan cómodas. Y esto incluye tanto el servicio en sí, como tener la tranquilidad de que les estoy aplicando cosas que le van bien a su piel. Así que hoy vengo a hablarte de algo que no se suele comentar mucho, y es el tema del maquillaje y las alergias.
Una alergia te puede amargar un día. Y no, no me refiero a una alergia de que se te irrite el ojo y te llore, o que te haga estornudar. Me refiero a una alergia de esas muy gordas. De las que te provoque que te salgan ronchas o, incluso, que te cueste respirar.
Así que imaginarás lo nerviosa que me puede poner el hecho de que una de mis clientas tenga una alergia importante de la que yo no tenga constancia.
Por eso vengo a contarte cómo gestiono yo este tipo de incidentes. Porque ya van varias clientas con alergias a ingredientes como el alcohol, el aluminio o la miel. Y sí, estos son ingredientes que están presentes en alguno de mis productos. Por no hablar del látex y su presencia tanto en el pegamento de pestañas como en algunas esponjas de maquillaje.
Mi primer paso tras la toma de contacto con mi clienta es enviarle un cuestionario que ya quisiera el FBI. Le pregunto de todo. Desde qué estilos de maquillaje le gustan hasta características de su piel y, por supuesto, el tema de las alergias.
Maquillaje y alergias
Después, tras este cuestionario toca revisar el INCI de TODOS mis productos. Y descarto aquellos que contienen ese ingrediente. En el caso del aluminio, por ejemplo, esto conlleva un problema añadido. Hay muchísimos más productos que conllevan aluminio o derivados de los que podríamos imaginar. Incluso dentro de una misma paleta de sombras hay sombras que lo llevan, y otras que no. Así que toca “precintar” sombras para no descartar la paleta entera. Con lo que esto nos limita la variedad de tonos. Es más, como curiosidad te diré que muchas sombras con brillo llevan aluminio.
Con la alergia al alcohol también tuve algunos inconvenientes. Por ejemplo, un básico de cualquier maletín, desde antes de la pandemia incluso, es el gel hidroalcohólico. Pues como imaginarás, el día que mi clienta me dijo que era alérgica al alcohol, no solo tuve que revisar el INCI de los productos, si no que, además, tuve que prescindir del uso del gel. Hice kilómetros ese día en su casa. Cada vez que quería higienizar mis manos tenía que ir al baño y lavarlas con agua y jabón. Pero, por suerte, ella estuvo cómoda y no tuvo ningún problema 🙂
En el caso de la miel, por ejemplo, es más sencillo. Es tan fácil como evitar el producto concreto que la lleve. Igual que si ocurre con un cítrico. Se evita ese producto, se utiliza otro que cumpla la misma misión y problema resuelto.
Y con el látex igual. No solo utilizo un pegamento de pestañas sin látex, si no que, además, en el caso de que mi clienta tenga alergia al látex, prescindo de las esponjas.
Y, por supuesto, llevar registro de qué producto lleva cada ingrediente para evitar tener que realizar esta tarea cada vez. Además, al tenerlo todo registrado en un documento, me puedo permitir el lujo de consultarlo cuando lo necesite.
Aún así, mientras maquillo no dejo de preguntar si todo está bien 😅 Soy un poquito intensa de la vida.
¿Sabías que detrás de un maquillaje estaba esta labor de investigación? ¿Te han preguntado por tus alergias al maquillarte?
Espero que te haya servido para conocer un poquito más qué hay detrás de un servicio de maquillaje.
Nos vemos prontito.
Un beso,
0 comentarios